Con más de 75 años de edad, el productor Amable Concepción hace fructificar la tierra en la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Francisco Pérez Germán, al sur de Minas de Matahambre.
No solo obtiene frutas, también cría conejos, logra grandes cosechas de malangas y planta tabaco. Este hombre no le tiene miedo al trabajo, él sabe que en sus fértiles terrenos está el secreto de la existencia.
Avanza por las horas concentrado en los quehaceres fundamentales. Sabe que en el esfuerzo y la voluntad personal está la satisfacción personal.
Desde mucho antes que el sol ilumine los sembrados, los pasos de Amable se abren entre la yerba del campo en busca de su vaca para ordeñar, solo lo acompañan la neblina y el canto de los gallos.
“El que trabaja de verdad lo obtiene todo”, le dijo al amigo que me hizo llegar estas fotos con las cuales ilustro el texto.
Amable no pierde el tiempo en conversaciones vacías, ni en las redes sociales que muchas veces lejos de informar, desinforman. Él dialoga lo necesario, mejor contempla los frutos y la energía que desprende la naturaleza.
Es un ejemplo para toda la juventud que no quiere incorporarse a la producción de alimentos o ve la actividad agrícola con desdeño. Sólo con un despertar participativo de la población puede lograrse altas producciones que satisfagan las demandas actuales.
En Amable Concepción percibo el paradigma a donde los mineros deben volver el rostro. Si él puede, a pesar de los años que restan fuerza y optimismo, cuánto entonces podrán los más lozanos.
Este campesino cercano a los 80 demuestra desde su vega cuánto puede emprenderse en el camino de la vida.