Desde el triunfo de la Revolución Cubana en 1959 una nueva esperanza abrió el camino para los desposeídos. Los más humildes, «los pobres de la tierra» como les nombrara José Martí, tuvieron acceso por primera vez a una vida digna y plena. Todos aquellos jóvenes que soñaron alguna vez con ser peloteros o grandes boxeadores, tuvieron el acceso libre a las academias que resurgían en cada provincia y municipio.
Los sueños de millones de adolescentes tomaron forma en la realidad, las divisiones entre los blancos y negros cesaron. El estudio y desarrollo de las diferentes disciplinas en la que los atletas deseaban incursionar fue de forma gratuita. Nombres del pueblo común, avasallados por décadas de tiranía aparecieron en el panorama nacional y extranjero. Un fuego de dicha, certeza y justicia social nacía desde la entrañas de la noche.
Surgió así el Instituto Nacional del Deporte, Cultura Física y Recreación (Inder) donde múltiples programas y políticas se consolidaron hasta la actualidad.
Por esta razón hasta Minas de Matahambre llegó también la luz de un nuevo día, de un despertar de país dispuesto a cambiar la tristeza y frustración en alegría. Los niños de todas las familias y credos practicaron el deporte que quisieron y determinaron si se dedicarían a este futuro profesional. Las oportunidades para el crecimiento personal fue visible ante el mundo.
Hoy nuestro municipio cuenta con deportistas sobresalientes de varias generaciones, que surcaron la fama más allá de la frontera minera: Maritza Ramírez Martínez, Misael Saldívar Charón, Yudielín Lazo, Yosbany Torres y Adonis Ascuy Moreno. En ellos está la esencia de la patria, el sacrificio de aquellos barbudos que decidieron transformar los tiempos para que el pueblo tuviera alas de gigantes.
A pesar de la pandemia, el Inder en nuestro territorio prosigue activo. Ellos son continuidad.