
Si sellar el remate independentista de Venezuela obrara como su único mérito, no hubiera sido menor la relevancia de aquella batalla, librada en solo una hora, entre las 11 y las 12 del día de un domingo.
Pero Carabobo trasciende con más fuerza 200 años después, porque lo sucedido el 24 de junio de 1821 en aquella sabana, de alguna manera le dio otro rumbo –y aceleró– al curso de la historia en esta parte del continente.
«Se ha confirmado con una espléndida victoria el nacimiento político de la República», escribió al día siguiente Simón Bolívar, en alusión a la memorable hazaña que tuvo en él a su principal estratega y lo reafirmó como genio político y militar.
Los historiadores coinciden en que las huestes libertadoras que pelearon en Carabobo lo hicieron por primera vez bajo un solo mando, y con bandera y uniforme únicos. Etnias, razas, credos y clases sociales disímiles, se fundieron ese día en los más de 6 000 hombres y mujeres que, puestos a un lado intereses y diferencias, blandieron lanzas y espadas contra el coloniaje español, y dieron una útil lección.
«La unidad lo hace todo, y por lo mismo debemos conservar este precioso principio», aconsejó entonces Bolívar, antes de advertir que «la independencia es la puerta para reconquistar todos los demás bienes para la patria y el pueblo».
Carabobo coronó un empeño de Venezuela; avivó el espíritu emancipatorio en Latinoamérica, y abrió una etapa nueva en esta parte del continente. Su enseñanza se impregnó en la región que, en defensa de la soberanía, vive otra fase de enfrentamiento a –digámoslo sin tapujos– su peligro y amenaza mayor: el imperialismo estadunidense.
Frente a las ambiciones de Estados Unidos, que con recurrencia confirma lo que dijera El Libertador: «parecen destinados por la providencia para plagar a la América de miseria a nombre de la libertad», los pueblos del continente promueven una plataforma de lucha contra el imperialismo y el neoliberalismo.
Lo hicieron público durante el Congreso Bicentenario de los Pueblos que, al calor de los 200 años de la Batalla de Carabobo, sesiona precisamente en Caracas, capital venezolana, con la presencia de más de 600 delegados, 350 de ellos de procedencia foránea, en representación de organizaciones y movimientos sociales y progresistas, en su mayoría de Europa y Latinoamérica.
A «empezar una nueva larga marcha, para conmemorar los 200 años del rayo de Carabobo, la independencia nacional, la consolidación plena de la patria nueva», invitó diez años atrás el comandante Hugo Chávez, líder reiniciador de la Revolución Bolivariana, que tiene profundas raíces en las ideas de Bolívar.
En tiempos de asechanza imperial sobre nuestra América, Carabobo vuelve a llamar; resuena la voz Chávez: fortalecer la unidad, «como diría Bolívar: el cuerpo nacional de un todo, el espíritu nacional en un todo, venciendo divisionismos, conspiraciones, derrotando en mil batallas a quienes pretenden, desde dentro y desde afuera, debilitar y echar abajo la patria y su independencia».