De vergonzosa debe calificarse la posición de los elementos más reaccionarios del Parlamento Europeo, quienes incluyeron una propuesta de Resolución para condenar a Cuba, sobre la cual ese ente legislativo votó a favor este jueves. Sustentan su acusación, políticamente motivada, en supuestas violaciones de los derechos humanos, represión y prohibición en el uso de internet.
El texto es otra patraña injerencista. Ningún país con los índices de salud, educación, con una tranquilidad ciudadana que quieren pervertir sus enemigos; con científicos y médicos, cuyas obras son el respeto al más sagrado derecho humano, que es el derecho a la vida, encaja en esos códigos acusatorios, tampoco en el embuste de la prohibición en las redes. A pesar de que el país más poderoso del mundo obstaculiza que los cubanos tengan ese acceso, existen en el archipiélago más de 7,5 millones de usuarios en la internet y de ellos más de seis millones activos en redes sociales, y cada vez más las tecnologías de la información y las comunicaciones desempeñan un papel más protagónico en la sociedad nuestra.
Hablaron los eurodiputados de represión el pasado 11 de julio, porque necesitan justificar su espurio y falso papiro.
Ellos saben que fue el pueblo quien defendió su Revolución, su obra y sus derechos, y conocen también a quienes organizaron, desde sus cómodas salas, a 90 millas de la Mayor de las Antillas, los cacareados disturbios en medio del impacto de la COVID-19. Debieran recordar la violencia que sufren los pueblos de la civilizada Europa cuando van a defender los derechos.
Tanto el Parlamento cubano como el Partido de la Izquierda de Europa, consideraron que tal resolución no solo está basada en la falsedad, sino que es una inaceptable intromisión en los asuntos internos de un país
Lo que ha hecho el Parlamento Europeo con esa postura injerencista es sumarse a la agresión política, económica y comunicacional del Gobierno de ee. uu. contra Cuba, convirtiéndose en un agente servil en la guerra multidimensional que se le hace a la Isla.
Si fuera interés del Parlamento Europeo aliviar las dificultades del pueblo cubano, causadas por la política exterior de la Casa Blanca, debería proponerse ampliar y fortalecer la cooperación con Cuba, y escuchar a sus propios legisladores, que suman sus voces a favor de la soberanía del país antillano. Podrían instar al Congreso de ee. uu. a que elimine el bloqueo y, con ello, las más de 243 medidas coercitivas unilaterales aplicadas durante el Gobierno de Trump, aún en vigor, y que dañan los intereses de la Unión Europea y de sus personas naturales y jurídicas.
Lo ocurrido en Bruselas no se corresponde con la voluntad expresada, por ambas partes, de preservar y fortalecer el Acuerdo de Diálogo Político y de Cooperación entre Cuba y la Unión Europea, sobre la base de los principios del Derecho Internacional y de la Carta de la onu.
Cuba, frente a esa posición colonizadora que intenta cuestionarla y desacreditarla, nunca renunciará a la defensa de su patria, con apego a las leyes que soberanamente se ha dado, con transparencia y con estricto apego a la verdad.