Inicio De InterésPinar del Río Seguir la historia: El vínculo de Faustino Pérez con Pinar del Río (IV)

Seguir la historia: El vínculo de Faustino Pérez con Pinar del Río (IV)

Por Redacción Radio Minas

Por: Pedro Abreu Mujica

Manuel Rodríguez Nodarse

De nuevo en Pinar del Río, El Tenientico (1)  reinició la actividad insurreccional clandestina centrándose, en primer lugar, en la tarea de mantener el suministro de explosivos para la capital del país, como le había orientado Andrés Orta Pagés, entonces jefe de acción de la Dirección Provincial del Movimiento 26 de Julio.

Orta Pagés, a pesar de estar encarcelado en el Castillo del Príncipe, se mantenía en contacto con El Tenientico y a través de éste con la red que garantizaba, en medio de numerosos riesgos, la extracción, transportación y almacenaje de la dinamita, las mechas y los fulminantes. Con su esposa, Mireya Alonso Rodríguez, que lo visitaba los días autorizados para los familiares, enviaba los mensajes de forma verbal y recibía las respuestas.

La tiranía aumentó los registros

Después del ataque al Palacio Presidencial, la tiranía aumentó el patrullaje y los registros de vehículos en las principales carreteras de la provincia más occidental del país, también en el estrecho camino de Luis Lazo, que unía a la ciudad con el también angosto sendero que enlazaba el barrio de Cabezas con las minas Bosch y Matahambre.

Rafael Ferro Macías (Ferrito)

Esta situación hacia muy peligrosa la transportación de explosivos desde las dos fuentes más importantes. Ante la contingencia, Rafael Ferro Macías (Ferrito), Manuel Rodríguez Nadarse (Bola Prieta) y El Tenientico, apoyados en el hombre del 26 en la mina Dora, Blanco Martínez, planearon hacer un asalto al polvorín del coto minero.

Estaba ubicado en un pequeño local de madera y techo de guano, semejante a los bohíos utilizados como viviendas en los campos cubanos. Concluidas las labores del día, la única puerta de acceso era cerrada con un candado y dos custodios se rotaban los turnos de la guardia nocturna y los fines de semana.

Se sabía que uno de ellos ingería bebidas alcohólicas en el puesto de trabajo y que el otro lo abandonaba con frecuencia para visitar a una vecina con la que mantenía relaciones amorosas. Aun el régimen no había aumentado los registros y los controles del ejército y la policía en las vías que unían al municipio de Mantua con Guane, San Juan y Martínez y Pinar del Río. El Movimiento preparó a un reducido grupo de combatientes para hacer el ataque y transportar la carga y fijó la fecha para realizarlo. Unos días antes Nogueira, acompañado de Blanco Martínez, hizo una inspección ocular del lugar, que cambió de forma favorable la marcha del plan.

Escondite en las cuevas

Un sábado por la tarde le prestaron un yipi a Nogueira para que fuera a la mina Dora. No vio a nadie por aquellos lares. Recogió a Blanco Martínez y juntos se dirigieron al polvorín. En la puerta se encontraron al custodio embriagado, lo desarmaron, pasaron al interior y lo amarraron a la barra de una cama. Con relativa facilidad, pero mucho esfuerzo, comenzaron a cargar poco a poco cajas con dinamita y fulminantes, así como rollos de mechas en el pequeño vehículo y las llevaron para unas cuevas algo distantes. Fue una larga y agotadora jornada durante la noche y madrugada.

Al amanecer Nogueira regresó a Pinar del Río, llevándose una pequeña parte del “botín”. Blanco Martínez se quedó con la tarea de reportar si las autoridades u otras personas detectaban los escondites secretos. Ya en la capital provincial, Nogueira informó a Ferrito y Bola Prieta.  Pusieron en marcha la parte del plan que correspondía a la transportación. La primera fase incluía tener información de la zona: los dirigentes del Movimiento en Mantua, Guane y San Juan y Martínez informaron que el régimen, como reacción a lo ocurrido, había colocado tres puntos de registro y chequeo: uno en la entrada a Guane viniendo de Mantua, otro en las cercanías del barrio de Mendoza y el tercero en las afueras de la estación de policía de San Juan y Martínez. Fue necesario dejar pasar unos días hasta que la tensión disminuyera.

Mientras tanto se siguió enviando dinamita para La Habana, que estaba guardada desde semanas antes en la ciudad de Pinar del Río, utilizando los autos de los “boteros”. El Tenientico fue en uno de los viajes con el objetivo de coordinar con Faustino Pérez (Fausto o Ariel), los futuras embarques del material sustraído del polvorín de la mina “Dora”.

Entrevista con Faustino

La entrevista con Faustino Pérez tuvo efecto en un lugar que ya Nogueira había visitado con anterioridad acompañando a Andrés Orta Pagés, la consulta del estomatólogo Salvador del Río (2), en un edificio situado en la calle J esquina a 23, en el Vedado. La conversación fue breve. Nogueira le informó a Faustino del “asalto” a la mina Dora y de la cantidad de material escondido en unas cavernas cercanas al coto minero. Faustino le indicó ir a un almacén de piezas de repuesto de automóviles, ubicado en la calle Marqués González esquina a Zanja, donde estaba escondido Aldo Vera, responsable de acción en la capital, con quien concretó los lugares a donde debía entregar los explosivos y los contactos correspondientes.  

Días después llegaron noticias de Luis Saiz Montes de Oca desde San Juan y Martínez y de Carlos García (3), desde Guane, de que el gobierno había retirado los puntos de control y registro de la carretera. Era el momento de poner en marcha la operación de búsqueda y transportación.

El propietario del “Palacio de Cristal “, Alcides Álvarez Perdomo, facilitó su automóvil particular, al que se le quitó el asiento trasero para aumentar la capacidad de carga. Lo manejó otro miembro del Movimiento y trabajador de esa tienda, Enrique Álvarez Pérez. Nogueira fue con él. En el viaje de ida no vieron guardias ni perseguidoras en la vía. Blanco Martínez se les incorporó en la entrada de la mina. Recogieron la carga en las cuevas y emprendieron el retorno como estaba previsto.

El único incidente fue dentro del poblado de San Juan y Martínez, frente a la estación de: se estaban registrando los vehículos que pasaban por el lugar. Afortunadamente el cabo jefe del grupo actuante los conocía y los dejó pasar sin practicar revisión alguna. Nunca se conoció si lo hizo por simpatías hacia la causa revolucionaria o por temor a las consecuencias que le pudiera acarrear. 

Una parte del cargamento se depositó en el taller de refrigeración de Alejandro Rojas,  sito en la calle Sol esquina a San Juan,  ciudad de Pinar del Río,  donde funcionaba una pequeña fábrica de bombas; el resto se colocó en distintas casas que utilizaba el Movimiento  hasta tanto se embarcase para La Habana, específicamente para  el taller del Gallego,  cerca de la Escuela Normal, por la calle Infanta, detrás de una fábrica de detergente (4) y para el  garaje del sótano de un edificio de la calle Línea entre J y K, El Vedado. Un tiempo después se restableció el envío para la capital desde las minas de Matahambre y Bosch.

Al borde una muerte

El 31 de mayo de 1957 El Tenientico estuvo a punto de perder la vida. Aquel día cuando se disponía a hacer otro traslado de explosivos (5), fue detenido por la policía del régimen. Logró zafarse de los agentes que lo conducían y echar a correr por la calle Sol. Un disparo lo hirió en la columna vertebral. Ante los gritos de los vecinos, los represores no siguieron disparando. Varias personas de la población lo llevaron para el cercano Centro Médico Quirúrgico.

Posteriormente fue trasladado al hospital “Calixto García” con la intención de que pudiera recuperar la locomoción mediante una operación que le iba a practicar el renombrado docto Ramírez Corría. Sin embargo, a pesar de la vigilancia policial, fue rescatado por un comandando integrado por Ferrito y Bola Prieta, con la colaboración de personal del cetro asistencial comprometido con la lucha insurreccional.

Inmovilizado de las dos piernas, moviéndose en una silla de ruedas, hizo vida clandestina en la capital del país y también en Pinar del Río. Logró contactar con Faustino Pérez en las actividades organizativas de lo que sería la Huelga General Revolucionaria del 9 de abril.

Nogueira viajó subrepticiamente a la ciudad de Pinar del Río, donde se reencontró con Andrés Orta Pagés, ya liberado de la prisión del Castillo del Príncipe y responsabilizado con el frente de acción del Movimiento 26 de Julio en la región 1 y en el apoyo al grupo guerrillero de Juan Palacios, alzado en las montañas de Seboruco. Orta Pagés también trabajaba en la organización de una guerrilla suburbana que se encargaría de concentrar a combatientes perseguidos por las fuerzas represivas y que, desde ese lugar, barrio rural El Guayabo, en las proximidades de la ciudad, realizar sabotajes, atentados y otras acciones bélicas (6). A principios de 1958, después de visitar el foco rebelde en la Cordillera de los Órganos, Andrés Orta Pagés cayó preso nuevamente, esta vez en compañía de César Álvarez (7).

Después vino la Huelga del 9 de abril y el desembarco, ese mismo dio, por las costas de La Coloma, de la expedición del yate El Corojo (8) encabezada por Francisco González Álvarez (Pancho), a la sazón jefe de acción a nivel provincial.

Delio jefe de acción nacional

Después de la huelga, y en cumplimiento de los acuerdos de la reunión del Alto de Mompié (9) presidida por Fidel, el compañero Faustino Pérez se reincorporó a la Sierra Maestra, con el grado militar de comandante del Ejército Rebelde. Fue sustituido en La Habana, por Delio Gómez Ochoa (Marcos), designado delegado nacional de acción del Movimiento 26 de Julio. El Tenientico, que permanecía clandestino en esta ciudad, trabajó bajo sus órdenes en la organización de Frente Guerrillero de Pinar del Río.

Andrés Orta Pagés cumplió prisión en Isla de Pinos hasta el primero de enero de 1959.  El Tenientico regresó a La Habana donde permaneció clandestino hasta que el seis de octubre fue detenido por el tenebroso coronel Esteban Ventura Novo. A pesar de su discapacidad física fue brutalmente torturado y después encarcelado en el Castillo del Príncipe, de donde salió en libertad el 1ro. de enero de 1959.

La dirección pinareña del Movimiento 26 de Julio mantuvo el suministro de explosivos desde Pinar del Río para La Habana, hasta que se produjo el triunfo de la Revolución.

Notas:

  1. Testimonio de Manuel Nogueira Ramos, en el archivo del autor.
  2. Dr. Salvador del Río Madueno (La Habana 11 d abril de 1921-24 de julio de 1994). Doctor en cirugía dental. Tenía un consultorio privado, en compañía del Dr. César Pérez Duany, en el edificio de J y 23, apartamento 20, en El Vedado, que se convirtió en sitio de reuniones y protección de revolucionarios perseguidos por la tiranía de Batista. Militante del Movimiento 26 de Julio. Después del triunfo de la Revolución fue profesor de la Facultad de Estomatología de la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana.
  3. Luis Saiz Montes de Oca y Carlos García, jefes municipales de acción del Movimiento 26 de Julio en San Juan y Martínez y Guane, respectivamente.
  4. Industria Sabatés S.A., fabricante del detergente Ace, jabón Oso y otros productos de higiene.
  5. ABREU MUJICA, Pedro, Nogueira sobrevivió casi de milagro, Facebook, 24 y 25 de abril del 2022. Visto en Internet el 20 de marzo de 2025.
  6. Testimonio de Felipe Quintana Ramos (Ñico) en el archivo del autor.
  7. José Ramón Álvarez Acosta, coordinador provincial del Movimiento 26 de Julio.
  8. En esta expedición también vinieron, entre otros, el doctor Heliodoro Martínez Junco, Jesús Suarez Gayol y Pablo Fernández Alegre.
  9. El tres de mayo de 1958 se convocó una importante reunión en el pequeño bohío de la familia Mompié, situado en la Sierra Maestra, donde se analizaron críticamente los resultados de la huelga del 9 de abril y se acordó restructurar la dirección nacional del Movimiento 26 de Julio.

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