Abnegación, amor a la profesión y sentido del deber complementan la base del servicio integral de 24 horas que brindan a las personas en el centro de aislamiento para contactos de casos positivos a la Covid-19 en Minas de Matahambre.
Allí velar por la salud tanto de pacientes como trabajadores es lo primero.
Daniel Sánchez Valdés, subdirector municipal de Asistencia médica y responsable de ese centro, dijo que un personal altamente calificado cuida del cumplimiento de cada proceso.
«Cuatro equipos médicos por turno realizan el trabajo cumpliendo con responsabilidad cada medida higiénico-sanitaria. Las visitas a los pacientes son cada ocho horas.»
En ese sentido acotó Yoanny Serrano Martínez Especialista de Primer Grado de Medicina General Integral, en servicio en ese centro de salud:
«Durante las visitas le tomamos a los pacientes los signos vitales y los observamos para detectar síntomas respiratorios; de presentarse el caso el paciente se remite hacia es hospital provincial.
Usamos todos los medios de protección en cada ocasión de manera inviolable. Los pacientes deben permanecer en sus habitaciones, con el nasobuco puesto sin relacionarse unos con otros durante 14 dias en caso que el PCR sea negativo. De resultar en alguno de ellos positivo el paciente se remite.»
«El tiempo que no estamos en pase de visita lo dedicamos a actualizar las historias clínicas de los pacientes.Además compartimos experiencias vividas con esta nueva enfermedad.
La Covid-19 es muy peligrosa y debe preocuparnos a todos, por lo que nos cuidamos también manteniendo el distanciamiento social entre nosotros.»
Los horarios de desayuno, merienda, almuerzo y comida requieren extremas medidas de precaución para evitar posibles contagios por el Sars_Cov-2.
Yairoby Requejo Rilova, licenciado en Rehabilitación social es integrante de uno de los equipos que por estos días valientemente dan la cara a la Covid-19 para servir a aquellos que lo necesiten, en este caso lleva los alimentos a sus habitaciones.
«Nos ponemos el traje protector y vamos hacia el lugar donde están los pacientes. Tocamos a la puerta de las habitaciones y les entregamos las comidas o el alimento que corresponda según el horario.
Cuando salimos de ahí nos bañamos por encima del traje con hipoclorito de sodio al uno por ciento y después nos vamos quitando pieza a pieza y las depositamos en un cesto.
Corremos riesgo, pero nos cuidamos y la actividad que realizamos la hacemos con amor porque sabemos que ellos nos necesitan.»
«Sobre este centro permanece una fuerte vigilancia para evitar posibles contagios, por lo que no se admite la entrada de personas ajenas al mismo»
Cada jornada deja la huella del temor de contraer la enfermedad pero también el dulce sabor del deber cumplido.
Este es un ejemplo del desvelo del Gobierno y el Sistema de salud cubano para evitar contagios por la Covid-19, enfermedad que contagió a millones de personas en el mundo y más de un millón de muertes.