
La última vez que presencié a los linieros en acción fue en la demarcación de Caliente al sur de Minas de Matahambre. Recuerdo que las intensas lluvias dejadas por las tormentas tropicales afectaron los tendidos eléctricos.
Estaban allí con sus cascos amarillos en lo más elevado de los postes. Desde bien temprano reparaban tramos de cables que abarcan muchísimos kilómetros. Los vecinos de la zona los acompañaban, algunos les brindaban café y otros les alcanzaban agua.
Para ellos no existe tiempo malo, los convocan en cualquier horario y día. Tienen la tremenda responsabilidad de restablecer, en pocas horas el fluido eléctrico. Es una actividad vital para el desarrollo de la economía y la vida social moderna.
Por esta razón es muy oportuno reconocer hoy el esfuerzo y empeño de todos los que pertenecen a este sector.
Mientras muchos duermen en sus casas, ellos laboran para erradicar averías en algún tramo del municipio.
Las luces de sus linternas en medio de la oscuridad indican que los tubos fluorescentes volverán a encenderse rápido, que el ventilador devolverá el aire fresco que tanto reclaman los mineros en la etapa veraniega.
Cada vez que acceden a una zona donde detonó una máquina estática de corriente alterna (transformador) sus vidas se exponen a altos riesgos, así como cuando despejan ciertas zonas de ramas y arbustos por donde atraviesan líneas eléctricas de alto voltaje.
Los trabajadores de este contexto desafían retos que el pueblo siempre agradece.