Roberto Izquierdo Miranda tuvo un roce cercano con la Covid-19. Su historia con el SARS-CoV-2 está ligada al evento institucional abierto en la Empresa Minera del Caribe (EMINCAR) para la explotación del proyecto polimetálico «Castellanos», a partir de mediados del mes de enero por un incremento apresurado de casos positivos a la enfermedad.
El 28 de de enero mientras cubría mi turno de trabajo me localizaron de la enfermería.
Allí me anunciaron que debía ir hacia un centro de aislamiento social, pues era contacto de un compañero de trabajo que resultó positivo a la enfermedad.De momento me quedé sin palabras.
El mundo se me vino abajo, porque yo también podía ser positivo, aunque no tuviera síntomas. No sé cuántas personas vinieron a mi pensamiento, desde mi niña pequeña, hasta mi madre anciana.
Además mi esposa que es maestra en un seminternado y por ende hasta sus propios alumnos corrían peligro, a través de mí.
Bueno no quedaba otro remedio había que aislarse. Estuve muchos días en aislamiento porque después el compañero de casa, también resultó positivo por lo que hubo que alargar el tiempo de estancia encerrado.Fueron días difíciles.
En ese tiempo pensaba muchas cosas, repasaba momentos de cercanía con la persona positiva, con quien tuve contacto, valoraba cuan cerca estuve de esa persona y qué posibilidades tuve de adquirir el virus.
Fue realmente desesperante, los días se volvían años, las horas no pasaban en espera de aquel resultado que podía ser lo mismo negativo que positivo y en ese caso estaba mi familia, también con gran preocupación, comunicándonos por teléfono.
Gracias a Dios el resultado fue negativo. Al fin pude liberar las tensiones que tenía y volver a casa.Fue una alegría grande para todos.
Tras la pesadilla vivida la felicidad colma de nuevo la vida de Roberto y su familia que ahora comprenden la necesidad real de mantener las medidas para cuidarse a sí mismos y a los demás.
