Frente al edificio número 24, en el consejo popular La Sabana, un pequeño pero hermoso sembrado de malanga llama la atención de cuantos pasan por allí.
Lo que tuvo el propósito de convertirse en una jardinera y nunca llegó a ser, fue el espacio que sin ningún uso hasta ese momento, utilizó Manuel Esquivel Torres, vecino del lugar para su sembrado.
El año anterior sembré ahí, por una esquinita, cinco matas de malanga y se dieron bien. Me rindieron como 20 libras.
Entusiasmado con el resultado, Esquivel como todos le nombran, no lo pensó mucho y se propuso para este año cubrir todo el espacio, con este cultivo el cual asegura los animales no le «atacan.»
En su afán fue secundado por un vecino y entre ambos acometieron el proyecto donde hoy lucen atractivas más de 300 plantas.
Proviene de la tierra, asegura por su origen campesino, por lo que es conocedor de los secretos de este cultivo, que le facilitó el proceso de siembra.
Mi padre era campesino, sembraba de todo y ahí aprendí de la malanga. Me gusta mucho consumirla, el tiempo de su siembra y como cuidarla hasta que esté
Allí en el pequeño espacio existen dos tipos de malanga, pues sembró lo que consiguió.
Yo tenía los ñames del año pasado y me regalaron otro poquito de semilla.
Así que en plena armonía y con poca diferencia, al menos para quienes no conocen mucho de ello, crecen la rosabana y la criolla blanca.
Hoy sólo le queda limpiarla de alguna mala hierba que aparezca y esperar que le caiga la lluvia necesaria, mientras aguarda el momento de la cosecha por los meses de febrero o marzo. Augura obtener unos tres quintales del producto que compartirá con sus vecinos.
A veces me siento a mirarla y disfruto cuando vienen los vecinos y me comentan. De verdad que está bonita
Esquivel Torres le concede a este trabajo doble relevancia, toda vez que es real la necesidad de buscar alimentos en medio de las actuales carencias, porque así también responde al llamado del Gobierno cubano para que cada cual cultive su pedacito.
