En el mes de Enero llegan las dramatizaciones, versos, y cantos para homenajear al hombre de los Versos Sencillos, de la Edad de Oro.
Las escuelas muestran su obra, a través de exposiciones con fotos y dibujos.
Los pioneros demuestran lo aprendido en tertulias y conferencias acerca de la vida de aquel que se preocupó siempre por el bienestar de los humildes y para los humildes.
En cada busto martiano, la flor blanca en respeto al profeta, no solo de su tierra sino del mundo. Al antimperialista, antiesclavista y luchador incansable.
El Héroe de Dos Ríos, nacido en la calle Paula, un 28 de enero de 1853, fue digno hijo de Leonor Pérez y Mariano Martí; dice una poesía que al venir el pequeño al mundo, se abrió la fuente del alba.
Desde sus inicios, puso como punto de mira la causa revolucionaria y aprendió, primero de su maestro Rafael María de Mendive, luego, de la misma vida que le aportó experiencias, unas amargas, otras eternas y espléndidas.
Siguió el camino de la verdad, la justicia y el empeño por lograr la libertad de su Patria.
Poeta, orador, escritor, ejemplo de cubano, tuvo que sufrir de joven las heridas de los grilletes en sus manos y pies.
Luego el exilio le permitió conocer en carne propia las entrañas del imperio de los Estados Unidos, del cual surgió la tan conocida frase: “Viví en el monstruo y le conozco las entrañas”.
En el aniversario 168 de su natalicio, no será suficiente ofrecer rosas al escritor de los versos sencillos, necesitaremos más, por ejemplo leer su obra, rebuscar en su inagotable fuente espléndida y crecer con cada pensamiento suyo, que innegablemente camina hacia un futuro de victorias y justicia.