«Yo tenía que ser el primero, soy el capitán de mi equipo», dijo Julio César la Cruz tras conquistar en esta ciudad su segundo título olímpico y convertirse en el onceno boxeador cubano con esa hazaña, y en el cuarto desde los Juegos de Londres-2012 hasta hoy.
En la gran final de los 91 kilogramos, el camagüeyano hizo un combate muy inteligente frente al campeón mundial Muslin Gadzhimagomedov, quien no pudo descifrar un plan que incluyó boxear desde afuera, ganarle en el trabajo de la distancia para entrar, golpear con efectividad y exigirle físicamente a un hombre de 1,93 metros, a quien se le vio incómodo ante el cubano.
«Esa fue la estrategia: no dejarle un momento tranquilo, demandarle intensidad sobre el ring, de manera que se fuera degastando y poder entonces colocar mis puños. Sí, llegué aquí con solo dos peleas en los 91, pero con la misma intención y compromiso», expresó La Cruz.
«No fue fácil, se trataba del púgil que dominó todo el ciclo en la división, primero del ranking, ganador del mundial, por eso había que ir asalto a asalto, haciendo lo que en cada momento demandaba el combate. Se hizo como se planeó por los entrenadores y salió el resultado que esperábamos».
—¿Estarías a París-2024 a buscar la tercera?
—Yo creo que como estoy ahora no hay problemas con llegar. Incluso, con el permiso de mi amigo Mijaín, si él no fuera, quisiera tener en mis brazos nuestra bandera, esa por la que los boxeadores hemos puesto y seguiremos poniendo el corazón. Claro, el domingo cierra Andy Cruz y será con broche de oro.
«Esta es una victoria muy importante para mí, por lo que representa el estreno en este peso, porque mi mamá estaba preocupada. Ella es la razón de mis lauros. No podía fallarle. Tampoco podía dejar de cumplirle a quienes me siguen, a mi pueblo», dijo el agramontino.
Confesó que cuando sube al ring lo hace con todas esas buenas personas juntas, y develó que siente que le hablan, que lo apoyan en cada entrada o esquiva sobre el cuadrilátero.
«Yo sé que la gente se preocupa por la nueva división, y la verdad es que todos mis rivales son más grandes que yo y más fuertes que yo, pero siempre son las fuerzas de la inteligencia las que vencen», afirmó.
A propósito de esas diferencias y sus resultados, quiso hacer dos reconocimientos especiales, uno de ellos al profesor Raúl Fernández, a quien lo llamó gran maestro.
«Me mandó un mensaje temprano para decirme que trabajara inteligentemente, que lo que se hace bien con la cabeza lleva más fuerza en los puños. Él fue quien me puso en este camino, el que me enseñó a andar en él», reveló, y agregó que «el otro reconocimiento que quiero hacer en este instante tan significativo para mí es para el padre del boxeo en nuestro país, Alcides Sagarra Caron, sin sus enseñanzas y sabiduría no hubiéramos llegado tan lejos. A él le dedico esta medalla de oro».
Con su triunfo, Julio César la Cruz le dio un impulso más a Cuba en la tabla de medallas, pues del puesto 15, sus puños la ubicaron en la plaza número 13.
«Vamos a disfrutar este título y el de nuestro equipo, y desde ya, junto al festejo prepararnos para París-2024. Vamos de victoria en victoria, porque también venceremos a la COVID-19 en nuestro país y lo haremos también en los próximo Juegos.