Cualquier tiempo futuro debe ser mejor. Hoy, cuando finaliza el Congreso de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), que honra los cien años de vida de esta organización, hay que decir que en los jóvenes formados por las universidades cubanas sigue estando el futuro.
La solidez de los debates del ya histórico Congreso lo ratifica: se puede ser alegres, pero también profundos, y atesorar cada momento de este tiempo sin perder el hilo conductor de por dónde transitar y qué papel le corresponde desempeñar a cada cual en la época y circunstancia que le tocó vivir.
Los jóvenes son irremediablemente el presente y futuro de Cuba. Por muchas razones.
Primero, porque tienen y tendrán la responsabilidad de seguir sosteniendo la resistencia creativa de la que habló el presidente cubano.
Segundo, porque de las aulas universitarias emergen como profesionales formados por la Revolución y les hace parte de la mayor fortaleza que tenemos: el recurso humano capaz.
Tercero, porque están mejores preparados con la impronta del desarrollo tecnológico que marca estos tiempos y, por tanto, son una fuerza potencialmente superior para “halar” al resto hacia empeños mayores.
Cuarto, porque los jóvenes son como los corredores, la vida y las circunstancias exigen “pasarles” el batón para que continúen la carrera. Lo hicieron nuestros predecesores, quienes con las etapas de luchas revolucionarias vividas nos proporcionaron llegar hasta aquí, y lo que somos hoy.
Quinto, porque los jóvenes cada vez se parecen más a los tiempos que viven, y estos son de combate, lucha, voluntad para avanzar, crecimiento… aunque ahora mismo alguien piense que hay otros que decidieron dejarlo todo para conquistar sueños fuera de fronteras. Hablo de quienes han decidido quedarse para luchar, amar y soñar juntos por un país cada vez mejor.
No hablamos de jóvenes ideales, sino simplemente de jóvenes con las aspiraciones insatisfechas, con preocupaciones, con ganas de hacer y aportar, y de ganarse su pequeño espacio de confianza para generar ideas nuevas y avanzar.
Todos fuimos alguna vez jóvenes, erramos y acertamos; nos resistimos y confiamos; nos asaltaron los sueños y buscamos construir esperanzas. Nuestros jóvenes no son menos, solo que en épocas diferentes, que hacen permeable su pensamiento y a quienes hay que tratar como las tan importantes personas que son, una frase reiterada por nuestro Presidente.
Fidel, en un discurso pronunciado un 13 de Marzo de 1962, dijo y cito:
¿Y qué juventud queremos? ¿Queremos, acaso, una juventud que simplemente se concrete a oír y a repetir? ¡No! Queremos una juventud que piense. ¿Una juventud, acaso, que sea revolucionaria por imitarnos a nosotros? ¡No!, sino una juventud que aprenda por sí misma a ser revolucionaria, una juventud que se convenza a sí misma, una juventud que desarrolle plenamente su pensamiento.
Con el impulso de que hoy somos un solo país, halando juntos, los jóvenes cubanos siguen siendo la arcilla fundamental de nuestra obra, como lo dijera también el Che.