Por: Pedro Abreu Mujica
Pinar del Río cumplió el pasado 10 de septiembre ciento cincuenta y siete años del otorgamiento, por la reina Isabel II de España, del título de ciudad. Este cronista, aunque está viviendo hace seis décadas en La Habana, no deja de compartir las alegrías y las tristezas de sus coterráneos. Por eso auto declaró feriada la fecha, para poder festejarla haciendo, claro está imaginariamente, lo que más quería hacer y disfrutar en esos momentos: caminar calle arriba y calle abajo por el pueblo, como en los lejanos tiempos de la niñez y juventud.
Desde muy pequeño andaba y desandaba los barrios, empezando, como es lógico, por donde vivía, el llamado Primero Norte. Cuando aquello la ciudad estaba dividida en cuatro barrios urbanos: Primero Norte, Segundo Norte, Primero Sur y Segundo Sur. No tengo a mano un mapa con los límites geográficos exactos, pero voy a memorizar: El Primero Norte cubría desde la calle Martí o Real hasta la calle Herryman, en el Reparto Villamil y desde Recreo o Colón hasta la barriada de El Cartucho, La Loma de la Quinta, el Vélez y por ahí para abajo tan lejos como hasta el río La Cabaña. Cerca del puente de madera, bajando por el camino del Hoyo del Guamá, tenía su domicilio El Rubio de Mery (1).
Ojalá que pudiera tener impresos en papel un mapa viejo y otro nuevo, porque no sé los nombres actuales de las calles. Mientras tanto, estoy seguro que algún lector rectificará este escrito y aportará esa información, lo que anticipadamente agradezco.
El mercado
Cuando niño caminaba sin zapatos en las cercanías de la casa. Para ir al centro de la ciudad lo hacía en tenis o montado en el carretón, tirado por un solo caballo, de mi tío y padrino, el viejo Jula. Ese carretón él lo alquilaba por dos o tres pesetas de veinte centavos cada una, para mudadas y otras cargas. Lo situaba en la plaza del Mercado esperando clientes, algunos días no había ninguno. La miseria lo obligó, en 1958, a venderlo junto con la bestia y trabajar como mezclero en obras de la construcción.
El mercado era una fuerte y grande edificación que se inauguró a finales del año 1931, concebida para ese menester. Se mantenía en buenas condiciones constructivas, pero con una pésima higiene. No se podía aguantar la fetidez que había en su interior. Era propiedad municipal y particulares arrendaban los espacios para las casillas de carne, pescaderías, tiendas de víveres, puntos de venta de productos del agro y otros comercios.
En 1957 el Ayuntamiento de Pinar del Río acordó proceder a su demolición, que se efectuó a mediados del siguiente año. Alegaron a favor de la medida, que ya aquella edificación que solo tenía 26 años resultaba insuficiente en comparación con el crecimiento demográfico de la ciudad. De esta forma, “legitima” de la democracia representativa, echó a andar un seguro y millonario negocio para el alcalde, los concejales y otros jerarcas de la dictadura.
El alcalde Francisco Sánchez González (2) resultó “electo”, como los concejales, en la farsa electoral efectuada tres años antes, en 1954. En ella el tirano Bajista, como único candidato que se mantuvo en los comicios, se hizo elegir presidente, ya que su opositor, el expresidente Ramón Grau San Martin, se fue al retraimiento poco tiempo antes de la fecha de las “elecciones”. Grau San Martín, presidente constitucional del 1944 al 1948, natural del poblado pinareño de La Palma, era candidato por la fracción electoralista del Partido Revolucionario Cubano (Autentico).
Es justo decir que el candidato opositor a la alcaldía municipal, que también se fue a la abstención junto a numerosos aspirantes a concejales, era un hombre honesto, bondadoso y querido por la población: el laboratorista clínico Manolo Fírvida, quien tuvo que esconderse en aquellos días porque su vida corrió peligro. En los últimos años de la dictadura prestó valiosos servicios a la lucha insurreccional, fue perseguido y se asiló en Méjico.
Panchito Sánchez, en el puesto desde 1948, continuó después de 1952, ya que firmó (o juró) los estatutos constitucionales con los que Batista sustituyó la Constitución de 1940. Le viró la espalda a su protector Macho Ferro (3), rico industrial, comerciante, latifundista y cacique político.
La sombra de Amadeo López Castro
La subasta para hacer la obra del mercado en la década del 30, la ganó el ingeniero Amadeo López Castro (4). Este personaje ocupó las máximas posiciones en grandes fuentes de riqueza ilícita en los dos mandatos de Batista. En el primero presidió la comisión cubana que negoció con los Estados Unidos las ventas casi completas de cada zafra azucarera de los años 1942, 1943 y 1944. En el segundo, iniciado en 1952, fue el presidente (ministro) de la Comisión de Fomento Nacional.
López Castro fue uno de los sesenta y seis accionistas que fundaron, a mediados del pasado siglo, el Banco de Fomento Comercial de Cuba, que llegó a tener un capital social de quinientos cincuenta mil dólares y depósitos próximos a los doce millones de pesos cubanos. Estaba orientado básicamente al negocio inmobiliario. Tal vez la sombra de este personero del batistato se mantenía, a través de sus testaferros, detrás de este affaire, para aprovecharse de los contratos por la demolición y “ganarse” la subasta de la construcción que se planeaba.
Cuando aún no se habían iniciado las obras del mercado en el mismo lugar del demolido, los días 25 y 26 de febrero de 1959, un incendio de grandes proporciones redujo a cenizas todos los edificios de la muy próxima manzana que formaban las calles Martí, Vélez Caviedez, Tomas Calero y Yagrumas, propiedad de un rico señor agricultor y comerciante del barrio rural de Las Ovas.
En esa manzana radicaban numerosos comercios de distintos giros. En la vidriera de uno de ellos se exhibía, desde meses antes, la maqueta del hotel de 10 pisos que ese señor iba a construir en aquel sitio, ubicado en el mismo corazón comercial de la ciudad.
La calle Tomas Calero y parte de Yagruma, se cerraron al tráfico vehicular para hacer locales de madera, que albergaron los establecimientos temporales del mercado, que también fueron devorados por el incendio. (5)
¿Fue el primer sabotaje contra la recién triunfante Revolución? ¿O cuáles fueron las verdaderas causas? Tengo que buscar y leer otro día que no sea “feriado”. Tarea para la casa, como decían mis maestras de primaria.
En los próximos días les contaré más de este recorrido imaginario.
Notas:
- René González Novales, uno de los más audaces combatientes clandestinos de la sección de acción y sabotaje del Movimiento 26 de Julio, prisionero político en varias ocasiones en el periodo de Batista, miembro del Ejército Rebelde, en la columna 2 Ciro Redondo, del Frente Guerrillero de Pinar del Río.
- Francisco Sánchez González fue alcalde hasta el triunfo de la Revolución. En la segunda farsa electoral, 1958, resultó electo representante a la cámara por la coalición gubernamental de partidos, pero no llegó a tomar posesión del cargo. Sus propiedades fueron confiscadas por el Ministerio de Recuperación de Bienes Malversados, pero como no había cometido crímenes, se mantuvo viviendo tranquilamente en Pinar del Río, calle Polvorín entre Isabel La Católica y Delicias, hasta que decidió emigrar.
- Simeón Ferro Martínez, era uno de los hombres más ricos de Cuba. En 1936 fue electo Senador de la Republica por el Partido Unión Nacionalista. En 1939 resultó electo delegado a la Asamblea Constituyente de 1940. Después fue reelecto al Senado por el Partido Demócrata. Ocupó el escaño parlamentario hasta el 10 de marzo de 1952, que Batista dio el golpe de Estado. Por contradicciones en intereses políticos se había alejado de Fulgencio Batista y, por ende, no ocupó cargos “electivos” ni oficiales durante el periodo que duró la dictadura.
- MAGALYS PUENTES, El antiguo mercado de abasto y consumo, tomado de Apuntes para una historia de Pinar del Río, El Viejo Pinar, Facebook. Internet, visto el 10 de septiembre del 2024.
- El Gobierno Municipal Revolucionario fabricó nuevamente, en los primeros meses de 1959, los asentamientos provisionales para los comercios de la plaza, esta vez en el parque de la Loma del antiguo cuartel Ravena, encuadrado en las calles Retiro, Cuarteles, Solano Ramos y San Juan. Era Comisionado municipal (Alcalde) Andrés Orta Pagés. Al frente de las construcciones temporales estuvo José Luis León (Pepe Chepe).