Por: Pedro Abreu Mujica

Despedimos el año 2024 y damos la bienvenida al nuevo año 2025. Mis deseos desde esta sección: salud, prosperidad y paz para todos los cubanos.
No digo nada que los cubanos no sepamos, y sufrido, si digo que el año 2024 fue un año malo para Cuba en la economía, lo que impactó, lógicamente, en el nivel de vida de las personas y en todos los ámbitos del quehacer nacional.
Tal vez el 2024 haya sido el año más difícil o uno de los más difíciles que hemos tenido después del triunfo de la Revolución. Pero a lo largo de la historia, los cubanos hemos sabido salir adelante de situaciones tanto o más graves, por eso no pierdo la esperanza en el futuro. De mis recuerdos mencionaré dos ejemplos:
En 1993 el país tocó fondo en la fase más aguda del período especial y fuimos saliendo poco a poco de aquellos indicadores tan desastrosos.
No había concluido totalmente el proceso de recuperación y en los años 2020 y 2021 fue el dolor, las muertes y la miseria que provocó la Covid 19. Y también rebasamos aquel terrible escenario, con logros científicos como las vacunas Soberana, Soberana Plus y Mambisa. No nos habíamos restablecido de la pandemia y el imperialismo apretó el cerco de la agresión económica y financiera.
Sé que superar la actual situación nos tomará tiempo y muchos sacrificios, pero hay que echar la pelea, repito, sin perder la esperanza, aunque nos espera el cuatrienio de Donald Trump y de la estrella rutilante de la mafia anticubana, Marco Rubio que nos apretarán aún asedio económico, con el bloqueo, la causa principal, aunque no la única, de nuestras carencias materiales, para ver si nos ahogan.
La pelea también hay que echarla en el campo de la ideología. El imperio, junto con el recrudecimiento del bloqueo y otras agresiones de distinto tipo, ha diseñado y financiado una gran campaña por las redes sociales y otros medios de comunicación para hacernos creer que los cubanos somos los culpables de los males que estamos padeciendo.
Por eso se ha puesto de moda en las redes sociales glorificar todo lo que había y se hacía en la Cuba prerevolucionaria, incluido el dictador Batista. Y al mismo tiempo, denigrar la realidad cubana posterior al triunfo de la Revolución.
Pretenden hacernos creer que antes de la Revolución los cubanos vivíamos mejor, o vivían mejor, porque la mayoría de los cubanos de hoy no habían nacido al triunfó la Revolución. Estados Unidos está cometiendo un doble crimen contra nuestro pueblo: material y espiritual.
En las redes sociales aparecen a diario incontables publicaciones comparando, por ejemplo, las navidades de este año con las navidades de épocas anteriores. Como la mayoría de estas publicaciones están auspiciadas por sórdidos intereses, aunque hay excepciones por desconocimiento, ingenuidad o falta de experiencia. No hacen las comparaciones con las fiestas que efectuábamos en los años recientes, incluso antes de la Covid.
Las comparaciones las hacen con la época, que según ellos era cuando «Cuba reía».
Yo viví una pequeña parte del tiempo del capitalismo en Pinar del Río, aunque aquello no era exactamente capitalismo sino una economía semifeudal, subindustrializada, con un espantoso atraso cultural, educacional y científico. A la provincia se le decía la Cenicienta de Cuba. No puedo negar que había familias con un buen nivel de vida, sobretodo material. Eran las familias de las clases altas, las clases medias, la pequeña burguesía y los trabajadores de la llamada aristocracia obrera. Pero ese no era el verdadero pueblo pinareño.
Pueblo eran las grandes mayorías desempleadas, subempleadas, los campesinos sin tierra que trabajaban para los latifundistas y los burgueses agrarios, los obreros miserablemente explotados, las despalilladoras y escogedoras de tabaco que dejaban los pulmones en los bancos de trabajo de los despalillos y escogidas, los maestros sin aulas, los niños sin escuelas, los enfermos sin médicos ni medicinas, a quienes para ingresarlos en un hospital público había que tener el apoyo de un político en el poder a cambio del voto en las próximas elecciones.
El pueblo era igualmente los que vivían en los barrios marginales como El Rancho o La Gía, los macheteros y los obreros agrícolas que sufrían el tiempo muerto. La relación es mucho más larga. Para aquellos pinareños, en las navidades, como en todos tiempos, Cuba no reía, Cuba lloraba.