La solidaridad es un valor y una virtud que puede identificar a una persona, una familia, comunidad o una nación.
Podemos y debemos inculcarla en los seres humanos desde bien pequeños, cuando les enseñamos a los niños a compartir su pan, con quien no tiene, o sus juguetes con sus amiguitos, entre otras disímiles formas.
Tiene su rol fundamemtalmente en momentos difíciles que demandan de apoyo desinteresado de otros.
La solidaridad se cultiva desde el seno familiar, entre las personas con quienes convivimos y hacia afuera, con los vecinos, además con cualquiera que necesite nuestra ayuda.
Es muy valorada tras la ocurrencia de desastres dígase ciclones, sismos o pandemias.
En los últimos años Cuba ha recibido y ofrecido gestos de solidaridad en diversas áreas. Incluso dentro del propio país la solidaridad se ha puesto de manifiesto y con ello logró superar momentos difíciles.
Los ejemplos sobran: durante la Covid-19 y los incendios ocurridos en el hotel Saratoga de la Habana, así como en la base de supertanqueros de Matanzas.
En cada ocasión esta virtud y cualidad que distingue a los seres humanos como una raza superior, en su discernimiento del bien y del mal es un estímulo a la vida, a la prevalencia y fortalecimiento de las relaciones humanas y su edificación.
Cada 31 de agosto el mundo celebra el Dia Internacional de la solidaridad humana para promocionar y llamar la atención sobre este importante valor.