Por: Pedro Abreu Mujica
El 13 de agosto de 1957 fueron asesinados en el poblado de San Juan y Martínez, provincia de Pinar del Rio, los jóvenes revolucionarios Luis y Sergio Saiz Montes de Oca. El crimen conmovió la conciencia nacional (1). La tiranía segó sus vidas ante el avance incontenible de la lucha insurreccional de la que ellos eran activos protagonistas, guías y pensadores.
Luis Rodolfo nació el 4 de noviembre de1938, tenía al morir 18 años de edad. Sergio Enrique, nacido el 8 de enero de 1940, tenía 17 años.
Ambos estudiaron en el Instituto de Segunda Enseñanza de Pinar del Rio, en el que se destacaron por su intransigencia ante los desmanes del batistato, por sus condiciones como conductores de la masa estudiantil y por la virilidad al exponer sus criterios políticos.
Luis se recibió de bachiller en 1955 y se trasladó a La Habana para estudiar derecho civil. En la Universidad figuró entre los primeros expedientes de su curso, ganó varios premios y fue delegado de la FEU. Dejó escritos poemas, cuentos y documentos políticos de incalculable valor. Fue miembro fundador del Directorio Revolucionario. Al cerrarse la Universidad, regresó a su pueblo natal y se incorporó al Movimiento 26 de Julio, como jefe municipal de Acción y Sabotaje.
En “¿Por qué luchamos?”, considerado el testamento político de ambos hermanos Saiz, Luis fija la posición de la juventud cubana frente a la tiranía de Batista: “No luchamos sin un porqué, o por el mero afán de aventuras o como escape de ímpetus juveniles. Tenemos conciencia plena de la razón motriz y consideramos que son motivos incontables los que nos señalan como único medio de vivir dignamente, la vía revolucionaria; demostrado como está que nada se puede esperar de politiqueros ambiciosos, inescrupulosos, además tenemos la firme creencia del cometido generacional nuestro, ya que el destino nos obliga a cumplir, cueste lo que cueste, la gran revolución que Cuba espera desde hace siglos”. (2)
El documento esbozaba un programa político de grandes dimensiones: eliminación de la discriminación racial, lucha por la educación y la cultura del pueblo, saneamiento de la administración pública, revalorización de la vida nacional libre de explotación foránea y doméstica, y una conclusión sin sonrojos:
“No tenemos más que nuestras vidas, avaladas con la honradez de un pensamiento justo y una obra inmensa que realizar y como ofrenda de devoción y desprendimiento hemos depositado en los brazos de la Revolución cubana, justa, grande, renovadora, honrada, socialista, sin más esperanzas que ver algún día cumplidos estos sueños, que hoy, en plena juventud, y calor de lucha, llevamos a estas cuartillas. La lucha que nos espera; la obra que tenemos por delante; y el recuerdo imborrable de los hermanos caídos, abrazados a este mismo ideal que sentimos, no permitirá que quede trunca o incumplida, y la obra revolucionaria será algún día, orgullo de todos, pues hoy es de todos los hombres dignos y honestos de Cuba”.
Sergio, como Luis, fue luchador insurreccional. A los dos se les vio al frente de las luchas estudiantiles, en los mítines, en las actividades conspirativas. Fue poeta y con su estilo vigoroso, apasionado y sintético bosquejó su pensamiento sobre política educacional, que comprendía temas de carácter rural y urbano y una política de la tierra basada en una reforma agraria sustancial que convirtiera en dueños de ella a quienes la trabajaban.
En su discurso “Por qué no vamos a clases”, pronunciado, en su carácter de secretario general de la Asociación de Alumnos, ante el claustro de profesores del Instituto de Segunda Enseñanza, explicando la ausencia de los estudiantes a las aulas durante el régimen de Batista, Sergio planteó: “Desde el infausto amanecer del 10 de marzo que quebró el orden institucional de la Republica y las fuerzas reaccionarias y extranjerizantes a las órdenes del State Departament se hicieron del poder, el estudiantado ha sabido decir presente al llamado de una Patria escarnecida, violada, despojada y convertida en una meretriz entre un puñado de líderes caducos y desvergonzados”.
Y añadió: “La abstención política es un crimen o una imbecilidad. Vemos a los hombres viejos divagando y luchando por (…) puestos públicos o siguiendo su medio de vida de cama, mujer y estómago, y les hacemos la pregunta de Luis Jiménez de Asúa (3) ‘vosotros, (…) tan solemnes, tan graves y a veces apocalípticos que habéis hecho’. Hacer tal cosa seria negarnos a nosotros mismos. Seria practicar la política del avestruz, esa política tan cobarde y tan de moda actualmente en Cuba. Qué podría esperarse de una nación donde los jóvenes no se preocupasen por los problemas de su patria”.
“Ser estudiante –afirmó más adelante- no es repetir en un examen materias, asistir todos los días a clases y hacer de vez en cuando una trastada. Hay mucho de comercial en un estudiante solo preocupado por la obtención de un título; para él, el Instituto o la Universidad, serán graciosamente estanques de juego. Estudiante es mucho más que eso, es llevar en la frente joven las preocupaciones del presente y el futuro de su país, es sentir ser vejado cuando se veja al más humilde de los campesinos o se apalea a un ciudadano. Es sentir dentro (…) un latir de Patria, es cargar con las responsabilidades de un futuro justo y digno.”
El anillo de graduado de bachiller fue colocado en el ataúd donde reposaba el cuerpo inerme de Sergio. Luis no pudo concluir los estudios de abogado. Los hermanos Saiz se graduaron de revolucionarios, el estadio más alto de la especie humana, como dijera el Che.
Notas:
*Artículo publicado en el periódico Granma, el 13 de agosto de 1968. Versión actualizada.
1. El movimiento clandestino de San Juan y Martínez, del que eran miembros Luis y Sergio Saiz Montes de Oca, había decidido celebrar con un acto público el 31 cumpleaños de Fidel (13 de agosto de 1957) con una acción de propaganda en el cine Martha, del centro de la localidad. Un soldado del ejército del régimen de Batista, a las 7 y 30 de la noche, en la misma entrada de la sala de exhibición cinematográfica, disparó sorpresivamente contra los jóvenes desarmados, primero a Luis y Sergio después. Sergio como anticipando aquel cruento desenlace escribió este poema: Cuerpos que yacen dormidos/abrazados al cemento/de una calle y una estrella.
2. Esta y otras citas fueron tomadas del libro Obras completas de los Hermanos Saiz, recopilación de Aldo Martínez Malo, edición mimeografiada, 1959.
2. Luis Jiménez de Asúa (Madrid, 19 de junio de 1889 – Buenos Aires, 16 de noviembre de 1970), jurista y político español.