En las cercanías del antiguo concentrador de cobre decidió Juan Miguel Valdés Mayor construir su pequeña casa. Frente a la cabaña permanece un extenso patio de tierras ásperas marcadas por el derrame de productos químicos, que en otros tiempos fueron vertidos por los manejos y practicas realizadas al mineral para su posterior exportación.
«De las mismas piedras del concentrador construí canteros, como si fuera un organopónico. La tierra fértil tuve que buscarla y trasladarla desde otros sitios. La misma la aboné con materia orgánica para el mejoramiento de la misma y poder plantar con éxito cada una de las plantas.
Tengo sembrado calabaza, maíz, habichuela, quimbombó, tomates. Yo vivo solo y todos estos productos que cosecho los utilizo en mi cocina. Eso me reconforta, pues sé que salieron de mi sudor y mis manos. Sicológicamente me produce un efecto muy agradable.
Yo vivo solo y todos estos productos que cosecho los utilizo en mi cocina. Eso me da alegría pues sé que salieron de mi sudor y mis manos. Sicológicamente me produce un efecto muy agradable.
Le recomiendo a todo minero que tenga un patio que lo plante, siempre va a obtener ganancia. Yo tengo logradas ya 16 matas de coco, seis de aguacate, tengo sembrados de yuca y boniato. Todo está en la voluntad y deseo que uno le ponga a las cosas.
Cada persona debe garantizar la alimentación de su familia, eso es fundamental en la vida».
Juan Miguel Valdés Mayor, vecino de Minas de Matahambre.
Ante el llamado de la máxima dirección del país a sembrar cada pedacito de tierra, se impone la respuesta certera del pueblo en este empeño de vencer las carencias impuestas por el bloqueo comercial y financiero de los Estados Unidos a Cuba, y las restricciones sanitarias como consecuencia de la pandemia.
