En alguna ocasión, tal vez usted se haya preguntado: ¿qué es lo quiere Estados Unidos para Cuba? La respuesta a esta interrogante Fidel la abordó con total claridad y maestría el 14 de diciembre de 1994, en el acto de homenaje al entonces Teniente Coronel, Hugo Chávez, quien se encontraba por primera vez en la Isla.
Mientras el gobierno de los Estados Unidos y sus aliados en la Cumbre de las Américas celebrada en Miami del 9 al 11 de diciembre de 1994, juzgaron y condenaron a Cuba, -que estaba ausente porque ellos mismos la habían excluido-; a solo 90 millas, en La Mayor de las Antillas cuajaba un acontecimiento decisivo para el destino de América Latina: el primer encuentro de Fidel y Chávez.
El 14 de diciembre, un día después de la llegada del Teniente Coronel venezolano a la Isla, el Comandante de la Revolución Cubana, en el acto de homenaje que le hiciera al joven visitante en el Aula Magna de La Universidad de La Habana, denunció las verdaderas intenciones del imperio hacia los pueblos latinoamericanos. Propósitos disfrazados con el dulce de la “democracia” y los “derechos humanos”.
Cubadebate y el sitio Fidel Soldado de las Ideas comparten fragmentos de la alocución de Fidel ese día, titulada «Nos sentimos muy honrados con su presencia, Comandante Hugo Chávez», uno de los anexos del libro El Encuentro, de Rosa Miriam Elizalde y Luis Báez.
“Se iba a producir una cumbre de ideas, de las ideas bolivarianas y de las ideas martianas. Y uno se pregunta si Martí y Bolívar hubieran podido ser testigos de la cumbre de Miami, qué pensarían, qué dirían. Y si escucharan las palabras del presidente de Estados Unidos, mencionadas por Hugo Chávez, en que intenta presentar esa cumbre como la realización de los sueños de Bolívar –nada más faltó decir que era también la realización de los sueños de Martí–, ¿qué pensarían Martí y Bolívar de ese tipo de ‘sociedad para la prosperidad’–creo que se llama ahora así la cosa– que les están proponiendo?
(…) nos visita el jefe de un movimiento revolucionario bolivariano hablando de sus proyectos patrióticos, de sus proyectos nacionales y hablando de sus proyectos internacionales, de sus proyectos de unidad latinoamericana y caribeña. Y, ¡en qué momento!
En el momento en que quizás como nunca hacen falta las ideas de Bolívar y de Martí; en los momentos en que como nunca en este mundo de hegemonismo unipolar nuestros pueblos están amenazados de ser devorados, totalmente devorados por el imperio; en el momento en que se quiere hacer trizas del principio de la independencia y de la soberanía popular, en nombre de esa gran democracia que es la democracia norteamericana, donde apenas el treinta y tantos por ciento de la gente vota.
Ahora mismo acaban de decidir lo que puede ser el destino futuro de ese país, y en una línea tal vez de extrema derecha, un 38% de los electores, porque el resto, es decir, el 62%, ni siquiera se molestó en ir a votar. Y para ponernos la camisa de fuerza de esa democracia y vestirnos a todos igualitos, desde Alaska hasta la Patagonia.
Bueno, en el discurso, Clinton mencionó un mercado –hablando indiscutiblemente para la opinión pública interna de Estados Unidos– de 850 millones de personas. Es una lástima que no hubiera dicho desde Alaska hasta las Malvinas, porque habría incluido a las Malvinas también dentro de este hemisferio y la vieja demanda argentina habría recibido algún grado de satisfacción.
Algunos –al parecer– sueñan con el fusilamiento de Cuba
Como hay un país que no está uniformado así, entonces ese país tiene que estar fuera; somos los malos de la película, y, por lo tanto, bueno, hay que aplicar la democracia universal. ¿Y cómo la van a universalizar con relación a Cuba? ¿Cómo nos van a aplicar su estilo? ¿Cómo pueden imponernos su camisa de fuerza si no queremos, si hemos luchado como han luchado todos los pueblos de América Latina por ser independientes, por ser soberanos?
Se habla de que hay que aplicar esa fórmula. Estoy hablando de las intenciones imperialistas, no de las intenciones de los gobernantes reunidos allí en la cumbre, en Miami, porque fue el lugar que escogieron las autoridades norteamericanas, el día que les pareció conveniente, con la agenda que les pareció más conveniente, sin consultar con nadie más, y era lógico que tuvieran que asistir y asistieran, porque tienen muchos intereses vinculados a los recursos y al poderío económico, tecnológico y político de Estados Unidos, y fueron. Hasta nosotros habríamos tenido que ir, si nos invitan. Ya lo dije una vez: ‘Vamos allí encantados de la vida, para que no se vaya a imaginar la mafia fascista de los extremistas de derecha que vamos a tener miedo de ir allá a Miami».
Hasta nosotros hubiéramos tenido que ir, y habría sido, cuando menos, una prueba de pluralismo político, una prueba de democracia política.
Cuba excluida; muy bien –como les respondí a algunos periodistas mexicanos–, muy honrados. Dije también que éramos los últimos rebeldes y que aquella no era una cumbre de rebeldes; pero tampoco esto es peyorativo para los gobernantes que estuvieron allí, de muchos de los cuales tenemos noticias que mantuvieron una posición muy digna, porque había algunos –y no quiero mencionar nombre, porque no quiero ni siquiera mancillar la elegancia o la pureza de esta sala– que eran partidarios de que se discutiera lo de Cuba, condenaran a Cuba y fusilaran a Cuba.
Sí, porque algunos –al parecer– sueñan con el fusilamiento de Cuba, lo que ocurre es que, si difícil fue fusilar 8 estudiantes de medicina en 1871, difícil va a ser fusilar 80 000 estudiantes o 800 000 estudiantes, y difícil será fusilar 8 millones de cubanos que, además, no estarán desarmados.
Alguno dijo por allí que cierta gente pretendía aplicarnos a nosotros la fórmula haitiana. Es como ir a jugar pelota en el polo norte, o allá por el sur, no sé dónde (Risas), porque, en realidad, creo que no alcanzan todos los mercenarios del mundo para aplicarnos la fórmula haitiana. (Aplausos)
Debemos advertir, sin embargo, que anda en boga la filosofía de que la soberanía no es tan importante, que es más importante lo que ellos llaman democracia y derechos humanos, como si pudiera haber democracia o derechos humanos sin independencia y sin soberanía; y elaboran las teorías y se escucha más de una voz hablando en un sentido casi peyorativo de los principios de la soberanía.
La estrategia imperialista: el principio de intervención
Les decía que, aun dentro de esa atmósfera que quiso crear la mafia fascista y dentro de lo que podía esperarse de una reunión en Miami, tenemos noticias de numerosos presidentes latinoamericanos –esencialmente los de México, Colombia y Brasil– que tuvieron una excelente actitud, oponiéndose resueltamente a todo intento de juzgar a Cuba y condenar a Cuba que estaba, además, ausente; y no solo estos presidentes, sino otros destacados dirigentes latinoamericanos y, como regla, los dirigentes del Caribe tuvieron una actitud firme, valiente, resuelta, y la conspiración de algunos elementos fracasó totalmente, por lo que había gran decepción entre los integrantes de la mafia y por parte de otros. No se habría acabado allí con Cuba, no hay duda de que había más de una gente cuerda en esa reunión.
Podríamos añadir, incluso, si se quiere, que la parte norteamericana no puso mucho énfasis en esta cuestión, y no podríamos decir que estuvo allí agitando para que se juzgara y condenara a Cuba, independientemente de la estrategia imperialista, que es muy clara, y esa estrategia se encamina hacia el establecimiento del principio de intervención, principio que aplicó a lo largo de este siglo muchas veces; pero en estas circunstancias pretende aplicar, como un principio institucional, el derecho a intervenir en los países de América Latina para aplicar el régimen político y económico que considere conveniente Estados Unidos, y eso es realmente peligroso para todos los países de América Latina.
(…) Sobre esa cumbre han estado llegando un montón de noticias y de papeles. Es imposible digerir en 48 horas todos los papeles que han llegado de esa cumbre: está un discurso inicial del presidente de Estados Unidos, que fue para el público norteamericano, indiscutiblemente, no hablaba para América Latina; está un montón de documentos preparados de antemano y bastante edulcorados. Al principio no pensaban incluir algunas cosas como las cuestiones migratorias, la proposición 187, la deuda externa y otros problemas, e incuestionablemente las presiones de los latinoamericanos y caribeños obligaron a incluir algunos de esos temas en los documentos finales de la cumbre de Miami.
Hay cierto momento en que uno se queda medio asombrado: ¿Dónde fue esa cumbre, en Miami o en el Leningrado de los tiempos de Lenin y de la Revolución de Octubre? Porque el dulce, de todas maneras, abunda en esos papeles, de modo que no queda ninguna duda de que quienes los redactaron son expertos azucareros; sabor de azúcar, pero nada más sabor de azúcar, creo que de sacarosa ni de glucosa tienen nada, pero sí mucho de sacarina, de esas cosas en que el dulce no constituye más que una ilusión, una sensación, y para no engordar –desde luego, no hay ningún interés de que engorden los caribeños y los latinoamericanos–, mucho dulce o mucho sabor a dulce.
Si nosotros hacemos un congreso del Partido, muchos de los temas de la cumbre de Miami estarían ahí.
La forma en que promovió la democracia Estados Unidos
Empiezan, desde luego, por dos temas políticos, fundamentalmente; hablan de la democracia, de la promoción de la democracia. Hay que aplaudirlo, porque precisamente lo que hay que promover es la democracia –ya Hugo Chávez nos habló de algunos tipos de democracia que él ha conocido y sus opiniones sobre eso–.
Pero quien conoce la historia de este siglo, quien conoce la historia de este siglo hasta ahora, hasta hace unos días, pensar en la promoción de la democracia por parte de Estados Unidos es una cosa fabulosa, es de leyenda, cuando ese país ha colmado a este continente de intervenciones; si a los países los intervenían hasta por una deuda de 20 millones de dólares, y eso le pasó a Haití, eso le pasó a Santo Domingo, eso le pasó a Nicaragua, no se sabe a cuánta gente; a Cuba también, pero aquí tenían, además, el derecho constitucional.
(...) y lo que quiere establecer Estados Unidos ahora para toda la América Latina es una especie de Enmienda Platt, derecho de intervención institucionalizada.
Todos saben lo que ha pasado en Centroamérica, en el Caribe, en Sudamérica, el apoyo de ese país, no en este hemisferio, sino en el mundo, a lo largo de este siglo, a los gobiernos más represivos y más crueles que han existido.
Cualquiera que analice la tradición de la conducta de Estados Unidos en este hemisferio puede aplaudir, realmente, que digan que van a promover la democracia, porque apoyaron, mantuvieron y sostuvieron gobiernos de terratenientes, de oligarcas y tiranías feroces, crueles, sangrientas, hasta hoy.
¿Cómo se puede olvidar lo que ocurrió en Guatemala, creo que fue en 1954–, cuando se produce aquel especie de Girón, pero que tiene éxito en Guatemala; derrocan al gobierno de Arbenz, aparece un tal Castillo de Armas, un ejército mercenario? ¿Saben que después de eso, durante casi 40 años, en Guatemala no hubo presos políticos? Esa categoría no existía, en Guatemala solo había desaparecidos y muertos, pero principalmente desaparecidos, no presos políticos, y desaparecieron a más de 100 000 personas. Estoy citando un ejemplo de un país muy bien representado en la cumbre de Miami, porque todavía están los revolucionarios luchando allí en Guatemala.
Y todo el mundo sabe lo que pasó en Nicaragua, quién puso a los Somoza allí, quién los mantuvo durante tanto tiempo, quién armó a los gobiernos tiránicos en El Salvador y quién apoyó a sus tropas y a los escuadrones de la muerte con un río de armas sofisticadas, de dinero, de entrenamiento, de todo, para aplastar el movimiento revolucionario. Más de 50 000 vidas se perdieron.
¿Quién ignora lo que pasó en Honduras? ¿Quién olvida que ya antes a México le habían quitado más de la mitad del territorio y lo intervinieron más de una vez en los años de la revolución mexicana, la historia del canal de Panamá y de los gobiernos panameños hasta que llegó Torrijos? ¿Quién puede olvidar lo que pasó en todas partes, la alianza de ese país en todas partes con los peores gobiernos del continente? ¿Quién puede olvidar –lo tengo que repetir una vez más– lo que pasó en Chile y sus miles de muertos y desaparecidos, quién apoyó a los militares, quién les dio recursos, quién les dio entrenamiento, armas, todo; lo que pasó en Brasil, lo que pasó en Uruguay, lo que pasó en Argentina? Entre 15 000 y 30 000 desaparecidos en este último país y no hay prácticamente nadie preso en ninguno de los lugares mencionados, por los más atroces crímenes que se han cometido.
Y no quiero salirme de la frontera de este hemisferio, para recordar la forma en que promovió la democracia Estados Unidos en este continente, y ese es uno de los grandes pasteles que allí ofrecían: la promoción de la democracia, y, luego, la promoción de los derechos humanos. Estos fueron los responsables, los entrenadores; fueron precisamente los organismos especializados de Estados Unidos quienes entrenaron a los torturadores en este hemisferio, les enseñaron las técnicas más sofisticadas para hacer sufrir a las personas, y esos métodos de tortura se han aplicado contra millones de personas.
Detrás de todo esto: el imperio reordenando el mundo
En muchos países de nuestra América sabemos la existencia de fenómenos, como los escuadrones de la muerte, los desaparecidos. No sé cuántos países habrá en América Latina sin desaparecidos; lo que nadie podría decir que en Cuba en más de 35 años de Revolución haya habido un solo desaparecido, un solo asesinato político. Y son millones entre torturados, asesinados, desaparecidos, escuadrones de la muerte para combatir dicen que el delito; decenas de millones de niños en las calles, que no tienen familia y pidiendo limosnas, a pesar de la enorme riqueza de estos países de América Latina y que no están bloqueados como estamos nosotros, contra los cuales no hay una guerra económica como la que se aplica contra Cuba. Empezando por ahí y continúa.
(…) Pero la pregunta que nosotros nos hacemos es la siguiente: ¿Dónde están las causas de todos esos fenómenos que mencionan y cómo puede hablarse de todo eso sin hablar de las causas que los originan? ¿Cuál es la causa de la pobreza, del desempleo, de las drogas, de la discriminación del indio, de la discriminación del negro, de la discriminación de la mujer, de la discriminación de las minorías? ¿Dónde está la causa de todo eso, de la pobreza, del hambre, del desempleo, de la carencia de recursos elementales? No hay que descubrir nada, todo el mundo sabe que el capitalismo es la causa de todo eso. (Aplausos). Todo el mundo sabe que el colonialismo y el imperialismo es la causa de todo eso.
¿Cómo van a venir con ese dulce disfrazado, o esas teorías disfrazadas de dulce, a convencer a millones, a cientos de millones de hombres y mujeres en este hemisferio de que en tanto exista la explotación capitalista, en tanto exista el neocolonialismo y en tanto exista el imperialismo, esos fenómenos pueden desaparecer? Es un engaño colosal increíble. Y así se trata a nuestros pueblos, de verdad que es tratarlos con absoluto desprecio.
Pero el que está detrás de todo esto es el imperio reordenando el mundo, es el imperio reordenando la economía mundial y la economía regional, es el imperio convirtiendo en policías a los ejércitos, es el imperio tratando de destruir los mecanismos de defensa, es el imperio tratando de instituir a nivel continental la Enmienda Platt.
Hay muchos gobiernos latinoamericanos de los que estaban allí que tienen conciencia plena de los peligros que significa toda esa política y, además, tienen conciencia plena de las veces que ha sido engañado este hemisferio, de las veces que han sido engañados nuestros pueblos.
¿Qué quedará en manos de los latinoamericanos?
Pero ahora la intención es más leonina, porque dentro de los planes de acción están una serie de cuestiones que se refieren al campo económico: la lucha por la reducción total de aranceles y de medidas de protección para las economías latinoamericanas, la lucha por la libertad absoluta de inversión sin control ninguno por parte de los Estados, la lucha por los movimientos de capitales en forma absolutamente libre. Sociedad para la prosperidad entre el millonario y los pordioseros, el millonario recibirá lo mejor y los pordioseros van a recibir las sobras –no digo las obras, sino las sobras–; porque, al fin y al cabo, con esa sociedad para la prosperidad que se propone, ¿quién va a competir en este hemisferio cuando desaparezcan los aranceles y las medidas de protección para las economías que tradicionalmente han aplicado nuestros países, que han aplicado todos los países del mundo y aplicó Inglaterra, incluso, cuando era campeona del libre cambio, y aplicó Estados Unidos a lo largo de toda su historia mientras se desarrollaban? Ahora les proponen a los pordioseros suprimir todas las barreras, todos los mecanismos de defensa de sus economías. ¿Qué quedará en manos de los latinoamericanos?
Son fenómenos, desde luego, nuevos. Ni siquiera los economistas han tenido tiempo de meditar, ni de filosofar, ni de analizar a fondo este tipo de problemas, pero hay que preguntarse muy seriamente cuáles van a ser las consecuencias.
Las empresas norteamericanas se van a quedar con todas las actividades económicas fundamentales, y no habrá quien pueda oponerse. Se harán dueñas de las telecomunicaciones, se harán dueñas de las líneas aéreas, se harán dueñas de las líneas portuarias, se harán dueñas de todos los bancos, se harán dueñas de todas las casas de seguros, se harán dueñas de todas las empresas crediticias, de las grandes cadenas de tiendas y el comercio al por mayor; se harán dueñas de la electrónica, de la química y la petroquímica, de la biotecnología, de la industria farmacéutica, de todas las ramas de vanguardia, nadie podrá competir con ellas. Y esto es demasiado trascendente como para que se pueda dejar pasar así, sin meditar siquiera acerca de las terribles consecuencias de todas las medidas que les están proponiendo a los latinoamericanos, porque van a tener que luchar, dentro de esa sociedad para la prosperidad, en condiciones de una desventaja absoluta y total.
Ese es el destino que va a esperar a los latinoamericanos. Y yo exhorto, realmente, a los compañeros investigadores, a los científicos, a que profundicen y mediten sobre las consecuencias de todas estas medidas que les están proponiendo a los latinoamericanos y este plan de acción que piensan llevar adelante.
Aun en medio de las inseguridades de la política, el imperio es el mismo, con un partido u otro partido; a veces hay algunos más moderados, otras veces menos moderados, pero el imperio es el mismo y el imperio defiende sus intereses.