Según administrativos de la necrópolis, en cuatro años más de 2 200 000 personas han visitado el sitio póstumo, para rendir homenaje
Como reafirmación de que el Comandante en Jefe predica y conduce la Revolución, incluso desde el espacio de inmortalidad que ocupa –hizo ayer cuatro años justos– en el corazón de la roca ofrendada por su Sierra Maestra, acudió el pueblo santiaguero ante su presencia, en nombre de Cuba, para testimoniar que lo acompaña y cumple su legado, más en los momentos en que amenazan a la nación.
Bien lo dijo el General de Ejército Raúl Castro Ruz en la velada en la plaza Antonio Maceo, la noche previa al histórico 4 de diciembre de 2016, cuando afirmó que, quien tanto había luchado, jamás se entregaría al reposo, y desde la Ciudad Héroe siempre «nos convoca a garantizar la independencia y la soberanía de la patria».
Quizá el único momento de este viernes en que la nublada mañana cedió a los rayos del sol en el cementerio Santa Ifigenia, fue cuando un destacamento de ceremonia colocó, ante el monolito, la ofrenda floral que escoltaran un militar y una estudiante de Medicina.
«¡Hasta siempre, Comandante!», clamaron los versos del poema Reflexión ante la Muerte, previo a los acordes de Eterno Fidel, interpretados por la Banda de Música del Ejército Oriental, que acompañaron las rosas que dedicaron al líder guerrillero las máximas autoridades de la provincia, seguidas por cientos de cubanos y extranjeros.
Según administrativos de la necrópolis, en cuatro años más de 2 200 000 personas han visitado el sitio póstumo, para rendir homenaje.
Cumpliendo con rigor las medidas sanitarias, la jornada fue otra vez un desfile, como una clarinada para el imperio y sus mercenarios, confirmación de que a más bloqueo y crecientes amenazas, es mayor la unidad de un pueblo que no entiende de imposiciones ni de chantajes.