En el bosque martiano municipal de Minas de Matahambre el silencio es roto a intervalos por el canto de algún ave o el ruido del rastrillo al recoger las hojas del piso.
José Luís Velázquez Padrón, su responsable, dice que es su pequeño paraíso al que le dedica casi interminables jornadas para mantener la limpieza.
Figúrese aquí hay más de 200 matas tirando hojas para abajo y hay que guapear para mantenerlo limpio
La presencia del bosque no le deja mentir. Al suelo da gusto mirar. Un montoncito de hojas, aquí otro allá, la escoba y el rastrillo a un lado, muestra de que aún no termina la faena.
Son las 10 de la mañana. Su afán es terminar antes del medio día.
José Luís padeció Covid-19 y asegura que en ese tiempo el bosque estuvo abandonado, pero en cuanto empezó a trabajar «lo metió a camino.»
Recuerda como si fuese ayer el día de la inauguración, el 21 de junio de 2007 y las especies que ese día sembraron tanto de árboles maderables como frutales.
La caoba, majagua, coco, cedro, palma real, pino, copey, guanabana, café, guira, plátano y mango, entre otras
Por sus ojos aflora el amor que siente por el lugar y por cada árbol o arbusto que allí crece, muchos de ellos recopilados y sembrados por él mismo, sin ayuda de nadie.
A través de los años aprendió a comprender que el lugar tiene una gran importancia, que es un lugar especial con un sentido simbólico.
Un lugar de homenaje a Martí, de acercamiento de los niños al Apóstol de la independencia de Cuba y que tiene además como objetivo cuidar y mantener el medio ambiente.
José Luís conoce y puede enumerar las especies mencionadas por José Martí en el diario de campaña y aspira a que un día todas estén presentes en el bosque.
Asegura que algunas plantas no se adaptan al suelo y es muy difícil lograr las como por ejemplo el aguacate, el café tampoco se da muy bueno, lamenta.
Todos los años el 28 de enero aquí vienen grupos de niños del Seminternado, siempre ese día sembramos algún árbol, fundamentalmente son los niños los que lo hacen.
Este año no será diferente. Ya José Luís recibió la confirmación por parte de la escuela de que los estudiantes estarán allí este 28 de enero y que como siempre algún árbol sembrarán.
Dice que en cada ocasión los niños se divierten en el bosque y que siempre preguntan por las diversas especies que allí existen.
Se vuelven locos cuando llegan aquí y yo siempre alertándolos que no corran porque imagínese aquí se sienten libres, pero hay muchas raíces a flor de tierra y se pueden caer.
José Luís está a punto de una jubilación que ya sufre porque extrañará mucho al Bosque Martiano
