Desde su inicio en 1996 el Sistema de Atención a la Familia (SAF) fue acogido con agrado por muchos, fundamentalmente por los ancianos que vieron una solución a su problema alimentación.
En el consejo popular la Sabana al norte de Minas de Matahambre es la cafetería «Planta Baja» la unidad que tiene la responsabilidad de preparar y servir los alimentos a los beneficiados.
Juan Carlos Caso García, administrador de la unidad gastronómica tiene más de 20 años de experiencia en esta tarea.
Contamos en estos momentos con 36 personas afiliadas al sistema, mayormente jubilados
La mayoría de la población considera justo decir que después de la entrega de años a la edificación del proceso revolucionario, aquellos con bajos ingresos disfruten de esta facilidad de vida.
Tanto es así que quienes tienen a su cargo este noble servicio muestran placer en su labor, salvo cuando por alguna razón no logran cumplir las expectativas de «los viejitos».
Hasta hace unos días, justo el primero de enero, a las 11 y 30 de la mañana al «comedor de la familia» comenzaban a llegar los comensales, unos interesados en el menú, otros en comentar y compartir las últimas noticias, pero todos con el fin de recibir la tan necesaria alimentación.
En ambiente de compañerismo, jocosidad y una que otra pequeña discusión sobre temas diversos transcurría el tiempo de degustar cada plato hasta la sobremesa
Alza de precios, baja de comensales
Un aumento de precios de la generalidad de los productos, de los cuales no quedan fuera las ofertas del sistema, debido al ordenamiento monetario que tiene lugar en el país, vio disminuida la afluencia de comensales al pequeño, pero acogedor espacio.
Antes venían todos a almorzar ahora faltan hasta 12 diarios
José Ramón Ceballo de Acevedo, uno de los que aquí reciben beneficios estuvo presto a ofrecer su opinión.
Hoy aquí comemos lo mismo que comíamos antes de enero, que tenía un costo acorde a lo que ganábamos la mayoría de los jubilados, la misma calidad.
Sin embargo los precios son demasiado altos; la cuenta no da.Ayer solo almorcé, me costó 10 pesos moneda nacional. Si hubiese comido eran 10 pesos más, 20 en el día.
Si los precios se mantiene asi cuando usted multiplica, eso por los 30 días del mes suman 600 pesos.Si a eso le sumamos el costo de la canasta básica normada, además de la electricidad, los medicamentos y todos los bienes necesarios en una vivienda aunque sea de una sola persona, como es mi caso, así como los viajes que por turnos médicos debo hacer a la Habana, repito: ¡la cuenta no da!
Con él concuerda Raúl Miranda Cosmes, otro de los que acuden allí a diario para satisfacer su necesidad alimentaria, un poco más reservado comenta:
«Creo que todo está bastante caro, aún con el aumento de la jubilación, hay que esperar a que termine enero para ver qué pasa»
A Teodoro Blanco casi todo le da igual. Al coincidir con el noble anciano casi en la puerta de salida del establecimiento no supo responder siquiera que había hoy en la tablilla.
No se lo que hay, le di los pozuelitos, pagué y me voy a casa, cuando llegue veo lo que es
De cualquier modo el agradecimiento no falta, así que poniendo en práctica aquello de que lo cortés no quita lo valiente, Ceballo Acevedo jubilado con mas de 48 años de labor reconoce el esfuerzo y voluntad del Gobierno en garantizar este importante servicio a la vez que recomienda un análisis en los precios.
Tener estos alimentos garantizados todos los días es una gran cosa y reconozco el esfuerzo del Gobierno para que así sea.
Estoy de acuerdo con lo que se está haciendo y confío en que todo cambio será para prosperidad, pero considero que es necesario más análisis y una valoración más exacta de la realidad que estamos viviendo sobre todo de aquellos que sólo disponemos de un poco más de mil pesos para enfrentar esa realidad
Apoyo, agradecimientos, inconformidades, inquietudes, sugerencias, lo importante es que en todo ello fluya la comunicación en pos de lograr la satisfacción de las necesidades de cada quien y el desarrollo sostenible del país, sin olvidar que nadie quedará desamparado como reiteran a menudo los dirigentes de la Revolución.