Juventud divino tesoro al servicio de los hombres y quién como Fidel, el Líder Histórico de la Revolución Cubana supo comprenderlo cuando todo el tiempo de su existencia reconoció la valía de los jóvenes en la construcción de una patria libre.
Así lo demostró durante el discurso pronunciado en la clausura del congreso de la Asociación de Jóvenes Rebeldes el cuatro de abril de 1962 al expresar
«Creer en los jóvenes no es ver en los jóvenes a la parte del pueblo simplemente entusiasta, no es ver en los jóvenes a aquella parte del pueblo entusiasta pero irreflexiva, llena de energía pero incapaz, sin experiencia… Creer en los jóvenes es ver en ellos, además de entusiasmo, capacidad; además de energía, responsabilidad; además de juventud, ¡pureza, heroísmo, carácter, voluntad,… convicción profunda de que sobre los hombros de la juventud se pueden depositar grandes tareas!».
Y más que palabras fue un hecho que Fidel confiara en los jóvenes cubanos para llevar a cabo toda la obra de la Revolución, en cada esfera tanto política social como económica.
Con la juventud el Comandante estaba seguro de que se saldría adelante en cualquier circunstancia.
Prueba de ello daba con sus palabras de confianza en su intervención de 1988 en el primer Consejo Nacional de la Asociación Hermanos Saíz y cito:
«A qué le vamos a temer?, ¿a qué le podemos temer? Dediquémonos a trabajar y veremos cómo le vamos a encontrar las soluciones, que nadie las tiene aquí, nosotros no las tenemos; pero sí tenemos la seguridad de que con ustedes las vamos a encontrar».
Su reconocimiento a la digna actitud de la juventud en cada generación nunca faltó. El 20 de agosto de 2005 en la primera graduación de la Escuela Latinoamericana de Medicina rendía honor a los de batas blancas que tenían delante una acción salvadora:
«Gloria a esa juventud, a los nuevos salvadores de vidas, que elevan la noble profesión de médicos a los más altos niveles de consagración y ética que ha conocido el mundo! Ellos encarnan el tipo de médicos que miles de millones de personas pobres requieren con desesperada urgencia».
La convicción de Fidel sobre la obra de los jóvenes fue tanta que llegó a declarar que si los jóvenes fallaban, todo fallaría.
Hoy, la juventud cubana trasciende las fronteras de lo concebible, ante una enfermedad que atiborra al mundo y a la nación, donde por demás es seducida y atacada por quienes no cejan en el empeño de destruir, lo construido y con firmeza continúan dando el paso al frente en cada tarea.