Por 16 años consecutivos María Domínguez Díaz realiza las labores de higiene en las áreas de riesgo biológico en el policlínico Enrique Camalleri Mena, al norte de Minas de Matahambre.
Durante este período cumplió su cometido con gran responsabilidad y disposición.
A las seis de la mañana, cada día, ya estoy aquí para comenzar mi tarea
Mientras organiza los enseres de la limpieza y quita sus guantes comenta en delicado tono de voz acerca de su función.
Su contenido de trabajo abarca desde el piso hasta el techo incluidas todas las superficies. Y ahora por la Covid-19, «más todavía», enfatiza
De repetir las mismas actividades puede cerrar sus ojos y ver cada detalle de los diferentes locales donde deja la huella de su mano en la jornada diaria.
Subir y bajar escaleras para la atención a las diferentes áreas a veces le resulta un reto porque «ya no soy tan joven», dice y sonríe.
Manifiesta conocer desde el primer día las características del lugar que pisa y el riesgo a que se expone por lo que protegerse es necesario, dice y enumera las probabilidades de riesgo.
Aquí analizan muchas muestras y existe peligro de contaminación, sí sufriera heridas por el rompimiento de cristales
Pero existe un momento del día en que María tiene que extremar las precauciones, es a la hora de eliminar los deshechos de los laboratorios.
Es cuando corro el mayor riesgo, pero tomo las medias, después me lavo bien las manos y las desinfecto
María siente que su labor es importante y que de ella depende en gran medida una estancia placentera en el lugar de las «clínicas» que allí funcionan por lo que ser útil le hace feliz.
Protegida con su delantal, sus guantes más el nasobuco impuesto por la Covid-19, por la que no ha dejado de trabajar ni un sólo día, además de su inquebrantable fe asegura no temer a la contaminación.