Siro Salazar es usufructuario del polo productivo Hermanos Barcón, del municipio de Pinar del Río. En sus inicios se dedicaba a la ganadería, pero desde hace dos años optó por los cultivos varios, y en 13.5 hectáreas planta boniato, maíz, tomate, calabaza…
Le lleva gran esfuerzo preparar la tierra y atender los sembrados, pero espera que este año logre mejores resultados que el anterior. “Se perdió mucho tomate a causa de las plagas y no tenemos créditos ni seguro para las cosechas. Así es muy difícil alcanzar rendimientos favorables, además de que hay que pagarle a la fuerza de trabajo y nadie quiere estar en el campo al sol por 100 pesos”.
Según datos de la OSDE Caudal del Ministerio de Finanzas y Precios existe en Cuba escasa cultura y divulgación sobre los seguros, además de baja percepción de riesgo. Solo el 25 por ciento del sector agropecuario en el país está asegurado. Sin embargo, en ocasiones hay trabas estructurales y en los mecanismos de trabajo que atentan contra la efectiva ejecución del proceso.
La de Siro no es una situación aislada, en ediciones anteriores de Guerrillero se reflejaron inquietudes de varios productores, que de tener solución estarían a tono con las nuevas medidas que pone en práctica el Estado cubano para impulsar la agricultura.
UN ENGRANAJE COMPLEJO
La actividad de seguros se tramita a través de contratos con agentes, tanto naturales como jurídicos. Sobre el funcionamiento de ese engranaje en el sector agrícola, conversamos con Julio González Hernández, director de la UEB Seguros Pinar del Río.
“En la provincia existen 220 cooperativas que funcionan como agentes de seguros. En cada una existe un representante, un trabajador que tramita el seguro y que recibe la capacitación que la Empresa ofrece de manera sistemática.
“En el caso de la agricultura, el contrato se hace por campaña (de frío y de primavera) cada una con sus características. Hay dos procesos fundamentales en la venta del seguro: la concertación, que es cuando se pacta la póliza con el cliente, la cual incluye la historia del productor, los planes, o sea, todo lo referente a la producción de esa campaña. Ahí se define el valor asegurado y se aplica la tarifa en dependencia de la siniestralidad.
“El segundo paso es la tramitación del crédito por parte de la estructura productiva con el Banco. Cuando este aprueba, transfiere el valor de la prima a la cuenta del cliente y ahí es cuando ya está asegurado. Ese es uno de los elementos importantes dentro del proceso, porque si el campesino empieza la siembra, viene algún evento meteorológico y la prima no ha sido transferida, no se indemniza. De ahí la importancia de la agilidad del proceso”.
¿Qué sucede en el polo Hermanos Barcón?
“Ellos no tienen una estructura jurídica definida. La CCSF 17 de Mayo es el agente encargado de vender los seguros a ‘Barcón’, pero si no cuentan con alguien que les tramite el crédito, se queda todo en el camino. Ese es el principal problema que tenemos con ellos: necesitan de una estructura que les tramite los créditos, que lleve a cabo el proceso completo.
“Desde que inició el polo hemos estado ahí, dispuestos a vender los seguros, de hecho en las campañas 2019 y 2020 se les hizo a varios productores, pero al final no se tramitaron, por eso decidimos no hacerlo más hasta que definan”.
¿Cómo funciona el seguro?
“El seguro agropecuario protege los bienes agrícolas, pecuarios y patrimoniales en caso de plagas, enfermedades, daños causados por eventos climatológicos, incendios, sequía, entre otros aspectos. En las últimas campañas se han tramitado en la provincia más de tres mil reclamos.
“Después de que el asegurado realiza la reclamación, en un periodo de 72 horas, se solicita el servicio de un tercero, que en nuestro caso es Intermar, para la tasación de ese bien. En dependencia de la magnitud del evento, puede demorar hasta 30 días. Luego en las actas se piden cargas de prueba: certificación de sanidad vegetal, mandato de pago, carta de la empresa, o sea, un grupo de elementos que conforman un expediente.
“Son las estructuras productivas quienes realizan esas cargas de pruebas, no como agentes, sino como representantes del campesino. Después de que llegue a nosotros el expediente completo tenemos 30 días para indemnizar.
“No nos hacemos responsables de causas subjetivas ni de negligencias. Vamos a los riesgos fortuitos, inciertos. El seguro está para que los productores recuperen al menos lo que invirtieron”, concluyó.
LOS SEGUROS TAMBIÉN COMO INCENTIVO
Entre las 30 medidas más inmediatas que se aplican para estimular la producción de alimentos se incrementa el alcance de los seguros sobre la base del reconocimiento de los riesgos reales de cada producción, en las condiciones donde estas se realizan.
Sobre ese tema se incluyen 11 disposiciones entre las que figuran diferenciar la cobertura de seguros a producciones priorizadas y a productores de avanzada; otorgar un tres por ciento de descuento adicional a la prima de cualquier productor que solicite crédito bancario; devolver el ciento por ciento de la prima al productor o al banco comercial cuando por causas ajenas a su voluntad no se ejecute el plan de siembras, y ofertar el seguro de inversión y rendimiento bajo condiciones excepcionales (carencia total o parcial de insumos).
En su más reciente visita a la provincia, el vice primer ministro cubano Jorge Luis Tapia Fonseca resaltó la importancia de ampliar las pólizas y los créditos para que los campesinos cubanos puedan elevar sus producciones.
La voluntad de las partes, la agilidad en los procesos y la capacidad de gestión para eliminar trabas son determinantes también para el respaldo financiero de lo que con mucho sacrificio se logra.